"Cuando uno toma una decisión, integra todo lo aprendido en la memoria tanto de largo como de corto plazo, que está repartida por distintas áreas del cerebro. De ahí, la complejidad del proceso". Palabras de científico.
¿Y qué pasa cuándo ni la corteza prefrontal ni el lóbulo saben estimularte lo suficiente para que te decantes por algo?. ¿Que ocurre cuándo no hay una correcta interacción en el hipocampo y tu cerebro no te proporciona los datos suficientes para poder tomar una decisión?.
La sensación se podría comparar con la que tenías de pequeño al jugar a la gallinita ciega. Vas dando tumbos, con los ojos vendados y medio mareado por las vueltas que has dado previamente sobre tí mismo. Indertidumbre, confusión y vértigo son algunos de los síntomas provocados por el incorrecto funcionar del hipocampo.
A veces tu cuerpo se revela ante la indecisión y comienza a actuar con independencia del cerebro. Y se hacen locuras provocadas por la enajenación transitoria que te acompaña, y por momentos sientes como tu actividad cerebral cesa su continuo engranaje y tú solo te preocupas del AQUÍ y del AHORA. Y sin embargo cuándo vuelves en tí mismo, puedes sentir como tu azotea sigue maquinando, imparable como el mecanismo de un reloj. Es tu cerebro, que intenta recomponer las piezas y volver a poner todo en hora.
Tic, tac, tic... TAC.


