A veces la vida te da una ostia de improvisto, pero literalmente. El otro día una amiga mía iba andando tranquilamente por Gran Vía y un señor mayor le soltó un codazo en las costillas, así porque sí.
El primer paso en este tipo de situaciones es no reaccionar, te quedas quieto preguntandote si es verdad lo que te acaba de pasar. Como segundo paso analizas la información, empiezas a digerir lentamente lo que te acaba ocurrir.
Sin emabrgo es en el tercer paso en el que se puede llegar a diferenciar a dos tipos de personas.
Mi amiga podía haber procesado la historia como una persona indignada, rabiosa, pero no lo hizo.
Llegó al día siguiente y relató la anécdota del señor karateka entre risas, lo que hizo que todos los demas nos unieramos a las carcajadas.
Esto pasa con todas las sacudidas que te da vida, las puedes asumir con indigación y mala baba, o puedes asumirlas de la mejor forma posible.
Yo me niego a ser una persona del primer grupo, me niego pero rotundamente. De ahí que ahora me de por escribir este Blog, para compartir todas las ostias que me da la vida pero desde una perspectiva positiva.
De ahora en adelante pienso superar todos mis problemas con una botella de Ron en la mano, y con una gran sonrisa en la cara. A partir de ahora sólo ronrisas.

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