sábado, 29 de enero de 2011

Con permiso de Amelie...

...yo también disfruto de las pequeñas cosas de la vida.
Esta conclusión llegó ayer, después de que me quitaran dos muelas del jucio. La cosa es que llegué medio de resaca al dentista, y cuando este empezó a hurgarme en la boca me entró un ataque de risa.
Llamame rarita, pero me hizo mucha gracia el cosquilleo que había provocado la anestesia en mi boca. El dentista medio alucinado medio divertido me dijo que había quitado millones de muelas del jucio, pero que era la primera vez que un paciente se reía mientras lo estaba haciendo.
Entonces yo le expliqué que a mí los pequeños detalles me hacían mucha gracia, cosa que me costó mucho porque tenía como tres tipos de cosas metálicas revolviendose en mi pobre boca.
Cuando le dije esto al dentista empecé a recapacitar en cosas absurdas que me hacen feliz y sorpendentemente se me han ocurrido muchas. Por ejemplo, disfruto una barbaridad al mojar el pan en cualquier tipo de salsa, en serio, quien hizo esto por primera vez debería recibir un galardón o algo. También me encanta ir en un coche cuando fuera está lloviendo o entrar a una tienda y que pongan una canción que me gusta, o escuchar las conversaciones de la gente del metro...
No se, supongo que cada persona tiene su propia pompa en la que disfruta de pequeñas cosas absurdas.
Como dijeron unos buenos colegas: We all live in our yellow submarine.

domingo, 23 de enero de 2011

El por qué de este Blog.

A veces la vida te da una ostia de improvisto,  pero literalmente. El otro día una amiga mía iba andando tranquilamente por Gran Vía y un señor mayor le soltó un codazo en las costillas, así porque sí.
El primer paso en este tipo de situaciones es no reaccionar, te quedas quieto preguntandote si es verdad lo que te acaba de pasar. Como segundo paso analizas la información, empiezas a digerir lentamente lo que te acaba ocurrir.
 Sin emabrgo  es en el tercer paso en el que se puede llegar a diferenciar a dos tipos de personas.
 Mi amiga podía haber procesado la historia como una persona indignada, rabiosa, pero no lo hizo.
Llegó al día siguiente y relató la anécdota del señor karateka entre risas, lo que hizo que todos los demas nos unieramos a las carcajadas.
Esto pasa con todas las sacudidas que te da vida, las puedes asumir con indigación y mala baba, o puedes asumirlas de la mejor forma posible.
Yo me niego a ser una persona del primer grupo, me niego pero rotundamente. De ahí que ahora me de por escribir este Blog, para compartir todas las ostias que me da la vida pero desde una perspectiva positiva.
De ahora en adelante pienso superar todos mis problemas con una botella de Ron en la mano, y con una gran sonrisa en la cara. A partir de ahora sólo ronrisas.